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jueves, 29 de abril de 2010

URBANISMO MEDIEVAL

El proceso de urbanización y, en consecuencia, el de la transformación de las ciudades en la Edad Media, está totalmente ligado al desarrollo del sistema socio-económico conocido como feudalismo. Por lo tanto, la ciudad o lo que de ella logra salvarse después de la crisis del mundo antiguo, responde totalmente a la civilización agrícola de su tiempo. La ciudad medieval generalmente está rodeada por una muralla defensiva, en la que varias puertas abren a los caminos más importantes. El trazado urbano es sinuoso e irregular, existiendo a veces zonas despobladas.
Las ciudades tienen diferentes barrios, que agrupan a la población en función de su procedencia, su religión o su actividad. El desarrollo económico de algunas urbes, especialmente las dedicadas al comercio, hizo que se construyeran nuevas áreas. En éstas, las viviendas podían alcanzar dos o tres plantas. El centro de la vida urbana lo ocupa la plaza, en la que se sitúan los edificios más representativos. Estos son altos, realizados en piedra, con balcones que se abren a la calle. Un escudo, también en piedra, indica que sus portadores pertenecen a un noble linaje.
De la plaza parte un sinfín de calles, algunas estrechas y tortuosas, siempre ocupadas por una intensa actividad. En ellas se desarrollaba buena parte de la vida diaria de la comunidad: comprar, vender, pasear, relacionarse... Sin duda, el mercado era el centro económico y social de la población.
El recinto fortificado provocó:
Ciudades radiocéntricas (de radios y círculos),
Ciudades lineales (formadas a lo largo de un camin)
Ciudades cruciales (con dos calles principales que se entrecruzan),
Ciudades en escuadra (o de cuadrícula),
Ciudad nuclear (a partir de algún punto central o importante como el templo o la casa de gobierno),
Ciudad binuclear (en torno a dos puntos claves), ciudad espina de pez y las ciudades acrópolis.
VIVIENDA: Los hombres y mujeres de la Edad Media sufrían con dureza las consecuencias del medio físico. Los rigores del invierno eran muy difíciles de combatir para todas las clases sociales, utilizando tanto los nobles como los humildes el fuego para combatirlo.
TIPOLOGÍA:
Los incendios eran práctica habitual en el mundo medieval, propagados gracias a la utilización de madera en la fabricación de las viviendas. Un descuido daba lugar a una gran catástrofe utilizándose también el fuego como arma de guerra. Las condiciones sanitarias de la población favorecerán la difusión de las epidemias y pestes, especialmente gracias a las aglomeraciones que se producían en las ciudades donde las ratas propagaban los agentes transmisores.
Su tamaño era reducido y estaban construidas en madera, adobe y piedras, utilizando paja para el techo. Las cabañas de los campesinos solían medir entre 2 y 6 metros de largo por dos de ancho, horadando el piso para crear un ambiente más cálido. En su interior habitaban la familia y los animales, sirviendo estos de "calefacción". Por la noche las actividades se reducían muchísimo. Incluso las corporaciones laborales prohibían a sus miembros trabajar durante la noche. Entre los motivos de estas prohibiciones encontramos la posibilidad de provocar incendios o la imperfección en el trabajo debido a la escasa visibilidad.
Las casas de los artesanos servían al mismo tiempo como taller y tienda, por lo que se abrían al exterior. Además, muchas viviendas podían contar con un solar en su parte posterior, que era utilizado como huerto y en el cual podía existir un pozo.
Tipos básicos
Casa Solariega: Construida en madera
Casa Torre: Construcción residencial que derivaría en castillo.

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